jueves, 11 de agosto de 2016

Cualidades del político



La política actual es, de hecho, una lucha por el poder. Llego a esta conclusión después de haber visto el poco respeto por la voluntad ciudadana de unos y de otros partidos. Muchas veces esgrimen ser representantes del pueblo, pero la verdad dista mucho de esta poco factible idea. 

Un líder ha de ser una persona que empodera a los que tiene alrededor, no que concentra el poder o lo burocratiza. Ha de ser una persona que dé oportunidades a las personas sin importar su ideología o cualquier otro condicionante salvo el mérito y la idoneidad para ejercer la responsabilidad delegada.

Un político ha de tener estas tres cualidades, sin ellas, jamás sostendrá el poder de forma equilibrada:

A) Guerrero--> Un político ha de cuestionarse las cosas, por muy establecidas que sean y sin importar lo moralmente correctas que parezcan. Para eso hace falta mucho coraje, no me refiero a la valentía del soldado que mata y muere en nombre de la patria, sin plantearse si su acción es justa, sino el valor que es capaz de enfrentarse a la soledad y a la no aceptación de sus semejantes por amor a la verdad.

Otra cualidad del guerrero ha de ser la intrepidez y la estrategia, hábilmente equilibradas y templadas ambas, puesto que hace falta ser intrépido y honesto para decir lo que uno opina sin temor a las respuestas, pero también estratégico, puesto que todo tiene su momento y su lugar y ahí radica la idoneidad y resonancia de los mensajes.
El alma del guerrero es el amor. En ello radica su inteligencia. Esta palabra, inteligencia, viene de entender, y no se puede entender algo sin amarlo. De aquí surgen también la empatía y la solidaridad.
El político guerrero necesita mucho valor para amar, puesto que es en la clase política, donde se encuentran los retos más imponentes jamás ofrecidos al corazón humano. Es sin embargo el amor, lo más revolucionario, puesto que se fija y potencia la luz de los seres que tiene enfrente, sin renunciar nunca a la verdad. Es capaz de poner de su lado a toda clase de seres y es por tanto un ser integrador. No integrista.

B) Mercader--> El político ha de negociar, como el mercader, para llegar a acuerdos. Ingenuo sería pensar que la realidad se acomoda al único punto de vista de alguien, la realidad es una creación colectiva en constante cambio, es la síntesis de energías que manifiesta el mundo y por tanto, ha de negociar, ceder y aportar para construir nuevas realidades.
El buen mercader siempre mira el provecho de sí mismo y de los demás, y el político idóneo ha de buscar el provecho de todos, al margen de intereses egoístas y cortoplacistas (típico apego de la resistencia al cambio denominado actitud conservadora.)
Sin embargo el buen político ha de introducir los cambios de la manera más armónica y paulatina, para evitar el mayor sufrimiento posible, buscando el bien de todos.
Al contrario del mercader, el político no ha de buscar el lucro, sino que ha de entregarse a sí mismo y como la diosa fortuna que tiene la cornucopia hacia la tierra, haciendo llover sus dones, por sus manos pasa todo, pero no se queda con nada. Ha de poner sus bienes a trabajar, haciendo que la abundancia fluya y se reparta, responsabilizándose de aquello que le toca gestionar, y dando sin esperar recibir nada a cambio a aquel que mejor vaya utilizar cada don que le haya sido dado.

C) Sacerdote--> El político ha de ser alguien plegado a la voluntad del universo. Es la única manera de que consiga sobrepasar a los gigantes que se interpongan en su camino. No se trata de su propio poder, se trata del poder del Amor, y es por ello que estará protegido y será verdaderamente poderoso.
Ha de rezar porque rezar es conocer y actuar en el plano energético, y sobran los políticos que solo se enfocan en lo material.
Otro poder del sacerdote es el de la bendición y la maldición. Los políticos actuales prácticamente solo utilizan este último, y por lo general, hablan mal de los otros políticos. No hemos de ser jueces ni verdugos de nadie, el mundo es nuestro reflejo y muchas veces aquello que nos enfada es aquello que no aceptamos dentro de nosotros mismos.
Por tanto, un buen político no utilizará la maldición nunca o solo ante un caso flagrante de atropello a los derechos humanos. (Y entonces su maldición será poderosa y estará respaldada por la ley del karma, pero la maldición resta poder a quien la pronuncia y hay que evitarla a toda costa)
Sin embargo, un buen político bendecirá a sus aliados como colofón de sus acciones. Será el sello de oro con el que concluya sus actos. Que el amor bendiga a todos los que han participado en esto.
Que la abundancia se multiplique aquí y la prosperidad halle acomodo. Que la salud y la armonía reinen en este hospital, que el respeto y la alegría colmen esta escuela etc. Que vuestros brazos se llenen de abrazos y todos los labios de sonrisas y besos :-)
Mago--> El mago es la síntesis de todos los arquetipos anteriores y un político por tanto, ha de ser un mago, entendiendo a este como alguien que mira tanto hacia dentro como hacia fuera, porque un buen político ha de predicar con el ejemplo, y vigilarse a sí mismo, observarse, sin juzgarse, pero aprendiendo. No dando lecciones y sermones huecos. El poder de sus palabras se dará en la medida en que se las reserve y no hable en vano. Entonces producirá receptividad y escucha, encantará en la medida en que se deja encantar por los que le rodean, y así sentirán se sentirán hechizados y fuera del tiempo, porque sus palabras serán las del profeta visionario. El político mágico ha de tener los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Es la única manera de traer el cielo a la tierra y cumplir así con la voluntad divina o de la energía que nos llega cada día, en este increíble viaje de la Tierra surcando el Espacio y el Tiempo al compás de las estrellas y planetas que iluminan nuestro cielo.

El camino del político ha de ser un camino a la iluminación, a la conciencia del sentir del pueblo, de los animales, de los minerales, de las plantas y de todo el Universo. Un político debiese meditar o hacer una práctica espiritual constante, pues es la manera de no salirse de su centro (corazón) ante ataques externos.
Debiese hacer deporte, puesto que así mantendrá su mente despejada y su cuerpo soportará el ritmo que le exijan las circunstancias.
Debiese tener vida personal, atender a su familia y ser feliz, haciendo suya la felicidad de las personas que le rodean y también suyos, el sufrimiento y la desolación ajenos, para transmutarlos.
Un político por muy bueno que sea, ha de ser humano, y por tanto ha de atender sus obligaciones personales, los dictados de su corazón. Ha de renunciar a sus ambiciones egóicas personales y siempre alabar el Amor creador, que le sostiene en su obra.
Renunciando así a su gloria personal, tomará el camino recto de la verdad, pues es en este servicio al universo que verá satisfechas sus aspiraciones legítimas de un mundo mejor en coherencia con el mundo que ha sembrado y cultivado dentro de sí.
Un político así, no ha de ser alguien excepcional. Hemos de ser todos y cada uno de nosotros. El ser humano es como dijo Sócrates, un Zoon políticon, un animal político. Pues somos sociales, hemos de serlo. Así que, a trabajemos y trasubamos. Que hay mucho camino que andar y es muy bello el sendero. Que el amor nos acompañe en cada paso y ¡Buen camino!

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