lunes, 23 de enero de 2017

El resurgir humanista


El castillo encantado está dentro del laberinto boscoso de las inmediaciones de Gendron. Grandes telarañas cuelgan de las lámparas del otrora salón de baile. Los balcones distribuyen la luz que a través de los cristales traslúcidos riegan de luces y sombras un castillo casi olvidado.

La providencia ha querido dar cita en este lugar la lucha arquetípica de las luz y las tinieblas, los magos de la luz se dan cita en el vestíbulo y cuando están todos, comienzan a caminar, empuñando sus báculos.

Al otro lado, desde  el  torreón más lúgubre y alto un espíritu maligno suspira de satisfacción. Es solstício de verano. La suerte, está echada. Desde el casco de una armadura medieval surge un viento oscuro que se desliza por los pasillos. Al pie del torreón, en la antigua cocina, se dan cita los magos de las tinieblas. Sombreros de pico, báculos retorcidos, vestiduras negras, pálidas muecas inertes...  hasta que llega el espíritu oscuro, y una voz ronca y opaca, les inspira a avanzar.
Los dos ejércitos avanzan frente a frente, y entonces, se atisban, desde las galerías del jardín interior en cuyo centro sobrevive un viejo roble. El señor oscuro da una orden y una voz unánime responde desde el corazón de los magos blancos. Por todas mis relaciones! Una nube de chispas surca el cielo, bolas de fuego, globos de luz negra, estrellas rutilantes, lobos espectrales, búhos dorados... todo ello se cruza en el cielo y los opuestos se anulan al chocar. Los hechizos queman el firmamento se rebotan, estallan e invocan seres mitológicos que se pelean... de las filas oscuras surgen dragones azules, verdes y rojos, que escupen hielo, ácido y fuego y desde las filas de la luz, surgen dragones plateados, dorados y blancos, que responden con rayos de luna, de sol y de tormenta, respectivamente... el castillo tiembla, los hechizos ennegrecen todavia más las piedras y finalmente después de un tenso equilíbrio la luz retrocede... y en un intento desesperado por salvarse, los magos blancos tejen una pared defensiva que divide el jardín en dos. Entonces los seres de la tiniebla cargan y lo empujan, acorralando a los magos blancos, que lentamente son arrinconados. Sudan, gritan  gimen y las paredes se cierran sobre ellos, como una tenaza que los aplasta, de uno en uno, y se van desvaneciendo, solo uno resiste a todo el ejército oscuro, y sus vestiduras blancas se van tornando rojas, como un sol que se va escondiendo tras las montañas, durante un tiempo que parece eterno, pero finalmente sucumbe. Y  reina el más completo silencio.
Las sombras inundan el castillo y el tiempo parece suspenderse, pero al final, llega el alba y entonces, dos estatuas  de duro acero. Cobran vida.
Son las estatuas de Sartre y Simon de Beauvoir, que comienzan a luchar, a dar patadas a las sombras, que vuelan como guiñapos de un lado para el otro.
Los encapuchados acuden como los buitres a la carne y una nube de hechizos surge de sus báculos, pero es en vano. El acero transmite la energía y la hace rebotar como un espejo y reconduce los conjuros hasta las capas negras, que se chamuscan hasta formar cenizas.
Las pesadas estatuas se mueven ágiles, a veces como monos, saltando por las paredes, otras como felinos, acechando por los corredores y el espíritu oscuro no da la cara... el miedo grita y se esconde en la armadura medieval, en el torreón más alto.
Entonces, comienza a limpiarse todo el castillo y la luz la luz lo anega. Hechizos de limpieza lustran los cristales y las mesas. Las galerías cobran vida y aparecen y se mueven las escobas, los trapos, las bayetas.
Sartre y Simon de Beauvoir desaparecen, apareciendo en su lugar um abuelo com ojos de niño y una abuela de aire infantil. Condensan todas las edades y ríen, trotando de la mano, por el castillo. Seis meses después, en el solstício de invierno, siguiendo un viento gélido descubren una puerta secreta en la librería. El libro que abre la puerta pasa de una mano a la otra mano para ser examinado. El Kibalión. La pareja sube la escalera de caracola, llegan hasta el laboratório alquímico de la cúspide y ven la negra armadura, acechando desde la sombra.
Ella, dada la vuelta examina un viejo caldero. La armadura enarbola una oxidada alabarda y entonces, el viejo ríe dándole un golpe al yelmo  y la armadura entera, se desmorona. El viejo espíritu oscuro, desaparece reptando, entre las sombras.
La pareja de niños ancianos toma el castillo, ofrece trabajo y la gente, desilusionada de la esclavitud moderna, acude en masa. Pleno de vida, el castillo resplandece. Se abre uma galería de arte, se dan cita los artistas y se hacen recitales y conciertos, aulas de yoga, meditaciones, clases de música y artesanía... El castillo se organiza en asambleas y un buen dia, se inaugura un magnífico restaurante vegetariano.  Llega un momento, cuando todo está funcionando, que los dos ancianos desaparecen y en su lugar, en médio del jardín interior, rodeados de flores y bajo un viejo roble, aparecen de la mano dos estatuas de acero que ostentan una placa que reza:

Cada uno es responsable, por sus actos.


3 comentarios:

  1. Se me erizan los bigotes y se me lustran los lingotes. Que fantastibuloso y loco relato onírico satírico, mágico y trágico, estridente y fascinante. Un viaje de traje, una ristra de ajetes...!

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  2. Este texto furula, me estimúla...!

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  3. jajajaj gracias Carlos ! si comiera comentarios, este sería como varios. Gran abrazo!!

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