No es una profesión cualquiera.
El dolor y el placer están ahí, todo el rato
Golpeando la puerta.
El bolsillo pica, se agujerea y ruedan las monedas
y las horas
se afanan en las oficinas de Don Deseo.
Y la belleza es la libélula que cabalgan pequeños amorquistas
Tatúan besos en el cogote de los notarios
Y dan de mamar al sosiego
Surcan el río y el boulevard
La oficina y las urgencias
Y ven pequeños rostros ocultos tras las muecas
Sonrisas tras las arrugas
Gatos en las lenguas de las lijas
El viento es la discoteca de los árboles
Todo. El rato. Tenemos.
Soplos de vida
En las aletas nasales
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