miércoles, 11 de marzo de 2015

Relato a partir de cosas que han pasado en los Andes y la Selva



                                  El misterio de los pistacos





Capítulo I

Julia se quedó mirando a aquel hombre desnudo, en medio de la ciudad. No cabía duda, era un indio shipibo. Ningún otro iría como si tal cosa, calato, sin necesitar nada.

Era un hombre inabordable, sin necesidades… ¿pero entonces?
¿qué lo traería a la ciudad? Julia siempre había deseado conocer a los Shipibo, fue por eso que se dirigió hacia él y le preguntó:
-Hola, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Seli, ¿y tú?
-Julia… pensaba que los Shipibos no hablábais español.
-Los japoneses tampoco, pero si te encuentras con uno aquí, hay muchas posibilidades de que te entienda.
-Si, es verdad, oye, ¿qué te trae por aquí?
-he venido a denunciar lo que le está pasando a mi gente. Unos hombres blancos, de ojos grises vienen y cortan a los niños, les sacan la grasa, matan a los shipibo.

-¿En serio? Y por qué quieren la grasa de los niños shipibo
-Lo único que sé, es que nosotros solo comemos comida natural, son niños puros y sanos. Quizá por eso nos prefieran esos malvados…
-Si quieres te acompaño al ayuntamiento, cualquier cosa que pueda hacer por ustedes, sólo tienen que decírmelo.
Entonces Seli y Julia se dirigieron hacia el Ayuntamiento, donde los guardias de la entrada les preguntaron el motivo de su visita.
Seli se lo explicó sucintamente, después uno de los uniformados le dijo que nadie podría pasar calato.
-Entonces déjenme pasar a mí (les dijo Julia) yo le diré al Alcalde que baje a hablar contigo.

El Alcalde estaba leyendo sus papeles y preparando su discurso para las elecciones, entonces apareció la niña que le dijo lo que le pasaba a Seli y a su tribu.

-¿En qué parte de la selva pasaron los sucesos jovencita?

-No lo sé, supongo que en territorio Shipibo

-Comprendo, territorio Shipibo... No sé donde queda eso.

-Vaya a hablar con Seli, él le contará todo

-¡imposible! Tengo que preparar mi discurso, una reunión con mis asesores, inaugurar un centro deportivo...

-señor, sólo será un momento, hay niños muertos en el asunto... ¡Tenga usted compasión!

-ya basta jovencita, mandaré a mi secretaria y ya veré que se puede hacer.


La secretaria bajó con un montón de papeles y le dijo al indio Shipibo:

-Haga usted el favor de rellenar estos documentos y dirigirse a la comisaría 3 cuadras más abajo. (Y ante su silencio continuó) Ellos se encargan de la seguridad. Gracias por su visita. ¡Ciao!


Pero ¡espere! Dijo Julia y ¡plas! Sonó la puerta...

Julia y Seli se dirigieron hacia allá... La gente les observaba unos instantes y después seguían caminando, Como si nada.

-Oye Seli , así no te van a dejar pasar, acompáñame a mi casa y te daremos ropa para que pases más desapercibido.

-Gracias Julia...por los niños, lo haré.

Llegaron a la casa de Julia, que vivía con su abuela Pepa, que observaba por la ventana.


-¿Quieres meter a ese hombre en tu cuarto?

-No, abuela, sólo conseguirle algo de ropa, necesita denunciar el secuestro y asesinato de los niños de su aldea en la selva.


¡Ángela María! En qué mundo loco vivimos. Que pase y dale ropa de tu abuelo Emilio y que en paz descanse. ¡Jesús! calatos en casa a estas alturas...

Seli entró acompañado de Julia y le dió a Pepa in apretón de manos mientras la decía:

-Gracias señora, es usted muy abuela

-Si, mucho, ¡anda Julia, abriga a este hombre!

Entonces fueron a la comisaría con Seli vistiendo una ropa 3 tallas mayor.
-Hola buenas, queremos poner una denuncia
-Pero bueno, niña ¿tú no tienes que ir a la escuela?
-Señor, me gradué hace 3 años y los estudiantes de universidad no entramos hasta la semana que viene.
-Ah, qué suerte, adelante, siéntese ahí.
Ahí envejecieron 3 horas hasta que fueron atendidos, un policía mecanografió la denuncia y les explicó que harían las diligencias pertinentes cuando estudiasen el caso los inspectores.
Al salir de la comisaría Seli le preguntó a Julia que qué estudiaba ella.
-Periodismo, ya sabes, comentar lo que está pasando, investigar y difundirlo por tele, radio y prensa…
-¿En serio? Oye, ¿quieres venir a la Comunidad con nosotros?
-3 días de autobuses y canoas después, llegaron a la Comunidad. Por el camino Julia se sintió fascinada por los paisajes, los sonidos de insectos y animales y por los secretos de las plantas que utilizaba Seli para alimento, medicina y refugio.
Las noches las pasaban sobre las mullidas ramas del Ombú, se alimentaban de lúcuma, papaya y frutos silvestres, Seli completaba su dieta con grillos, hormigas y gusanos que Julia rehusaba amablemente.
-Lo que se pierden ustedes, comentaba Seli, dando cuenta de sus almuerzos.
La comunidad Shipibo se hizo visible a mediodía del tercer día de viaje, junto al río.
Los indígenas llevaban el pelo a tazón, con numerosas marcas en el cuerpo, pinturas y piercings en bocas, narices y orejas.
Lo más sorprendente para Julia fue notar la lozanía de sus cuerpos, sus pieles tersas y brillantes, sus cabellos limpios brillando al Sol, las risas de los niños, las caricias de las mujeres, los comentarios de los hombres… le parecieron agradables, y si bien hubo quien se mantuvo apartado de ella, el pueblo Shipibo se mostró muy generoso y acogedor dadas las circunstancias.
Le mostraron su choza, la de las mujeres solteras, ninguna de ellas hablaba español pero tampoco hizo falta… en seguida la despojaron de sus atuendos, la pintaron y adornaron con collares y pulseras y se sintió muy ligera y contenta.
Julia fue a conocer los alrededores con las muchachas y se dieron un baño en una cascada de aguas cristalinas junto a un gran ombú donde cantaban los tucanes y se acicalaban los aramanes cornilargos. Fue así como llegó la hora de la cena y Julia prefirió no hacer muchas preguntas a Seli, sobre los alimentos, que pese a ello se mostró muy solícito y le traducía lo esencial de lasconversaciones.


A la mañana siguiente se despertó con los gruñidos de un chancho salvaje, que perseguido por una lluvia de dardos de cerbatana (emponzoñados con el famoso curare de rana venenosa) no tardó mucho en caer y tuvo una muerte bastante apacible. Pronto se convirtió en almuerzo y todavía quedó para cenar un sabroso estofado.
Julia, asistida por Seli fue entrevistando a los familiares de las víctimas de los pistacos, pues así les llamaban a los “gringos corta niños” Algunos decían que descendían de lianas desde una libélula gigante y otros que venían en canoas voladoras con voces de jaguar… los Shipibo desaparecían en el bosque al escuchar los ruidos, pero el pájaro les perseguía hasta que los niños quedaban atrás y los guerreros agotaban sus dardos y flechas. Decían, sin embargo, que una vez consiguieron matar a uno de esos demonios, pero que los otros recuperaron su cadáver después de disparar truenos a los árboles y lanzar piedras de relámpago.
La aldea lloró por sus pequeños en tres ocasiones, por eso, ya no quedaban sino dos niños y una niña, que ahora dormían en la choza de los cazadores. En la de los niños seguían sonriendo sus pequeñas hamacas vacías y ya nadie entraba a jugar allí con los muñecos de palo ni con los manojos de yerba con forma de colibrí…
Julia lloró hasta que le dolieron los ojos, y el hombre medicina se los limpió con agua de Benejí.
Aquella noche, aquel hombre de emplumada cabellera repartió rapé que se soplaban por un canuto en las fosas nasales y danzaron al compás de los tambores de viento hechos con pieles estiradas en círculos de raíces y los de agua, que eran cántaros de doble boca que sonaban percutidos con las palmas y soplados por las oquedades.
Julia bailó y bailó, animada por un té de ayahuasca que le puso caleidoscopios en los ojos y visiones de animales que cantaban.
Seli le explicó que había entrado en el mundo de los espíritus y que debía encontrar su corazón.
Después de cantar libre y salvaje con el resto de la tribu, observó un resplandor blanquecino junto a su choza, se levantó como guiada por una extraña fuerza y allí lo vio… era un unicornio azul oscuro con pintas amarillas fluorescentes.
La criatura no pareció albergar el menor temor ante la súbita aparición de Julia, antes bien, se acercó y se la quedó mirando a los ojos.
Julia se perdió en el universo de sus pupilas y de pronto, se encontró cabalgando por la selva, a una velocidad maravillosa… hasta llegar a una poderosa catarata que se despeñaba desde lo alto de una montaña. El unicornio atravesó la cortina de agua y se tendió en una cama de musgo como para siempre… sonido de agua y aroma a musgo, un limbo de ingravidez eterna y de pronto… la potente voz del chamán.

-Levanta, guerrera, y ve a buscar a los pistacos.
y entonces abrió los ojos y vio al hombre medicina con pico de águila y cuerpo de jaguar. En sus ojos multicolores había un arcoíris sobre la selva y por ese arcoíris subieron, de la mano hasta ver un helicóptero. Entonces el chamán le dijo,
-águila ¡vuela! Y los dos, convertidos en águila siguieron al helicóptero de los pistacos, llegando hasta un país frío hacia el Norte.
Allí había unas oficinas acristaladas, tras las cuales, un grupo de pistacos con batas blancas, manipulaban ingredientes químicos con los cuales hacían productos cosméticos que se vendían después en asépticas tiendas minimalistas, regentadas por muchachas pálidas y artificiales, ricamente ataviadas, que vendían sus artículos a señoras más pálidas y artificiales y más ricamente adornadas…
la siguiente imagen fue una bandera nazi, y después una ciudad de Europa en la que un hotel junto al canal anunciaba un nombre: Billderberg.
Julia abrió los ojos en el poblado Shipibo, algunas personas danzaban, junto a la hoguera, la mayoría de ellos permanecían ensimismados en sueños alucinógenos y se movían inconscientemente, sonriendo, retorciéndose o moviendo los brazos como si fueran alas.
Julia se retiró a su hamaca a ordenar sus pensamientos… Billderberg... ¿de qué le sonaba eso?
el día amaneció despacio, brumoso y espeso como el vapor de un caldero, las aves, infalibles despertadoras naturales, le incitaron a levantarse.
-He tomado una decisión (se sorprendió a si misma diciendo en voz alta) voy a publicar las actividades de los pistacos.

Capítulo II


Las nubes volaban bajas sobre la ciudad de Lima. Julia se dirigía a la Universidad de San Marcos, allí, después de saludar a unos amigos, se encontró con su profesor de redacción periodística, un hombre bajo de rostro bonachón.
-Disculpe señor Zepeda, ¿me permite un momentito de su tiempo?
-Claro, Julia, ¿cómo estás?
-Algo inquieta, tengo un artículo entre manos, pero no tengo dinero para investigar en otros países ni influencia para publicar en ningún periódico serio.
-(Zepeda sonrió) Tan joven y ¿ya queriendo volar tan alto? A ver, cuéntame de qué va el artículo.
5 minutos más tarde, el rostro del señor Zepeda aparecía grave.
-Mira niña, de momento no tienes nada, la ayahuasca no es una fuente periodística y la opinión de los indios Shipibos, nos guste o no, valen bien poco. Discúlpame, pero ¡yo no inventé las reglas!
-Ya lo sé profesor, no soy tan ingenua ¿Sabe si hay alguna beca para ir a Holanda?
-Si haces tu tesis sobre la imagen del Perú en la prensa holandesa te la consigo, pero ten en cuenta una cosa, las cosas no son tan blancas ni tan negras… ha habido varios turistas muertos confundidos con pistacos, por ejemplo, un matrimonio francés que iba bajando el río Marañón con su propio barco fue aniquilado por una tribu que más tarde declaró a las autoridades que habían ajusticiado a unos pistacos, otro caso de unos estudiantes limeños que iban a investigar en los andes cargados con tecnología experimental y machetes… el pueblo les confundió con los pistacos y les persiguió, uno de ellos consiguió mandar un mensaje de texto pidiendo ayuda porque les estaban matando…
También hay que tener en cuenta que la policía anunció en Lima tener evidencias de actividad pistaco y haber detenido a uno de ellos que se confesó a así mismo culpable… los inspectores encargados del caso fueron despedidos sin más dilación… ten mucho cuidado Julia, este asunto involucra a las altas esferas y a estas no les agradará tu investigación en absoluto…
-No importa, profesor, usted consígame la beca y confíe. Tendré mucho cuidado.

Los papás de Julia vivían en el cerro de San Cristobal, una pequeña montaña llena de casas de colores en mitad del desierto que bordea a Lima.
-¿Que te vas a Holanda a escribir la tesis? ¡Enhorabuena hija! Ten cuidado no se te olvide de donde vienes y a donde vas, ¿eh?
-Claro que no, mamá, si es por eso que voy para allá
-Como para entenderte haga falta tener un master estamos arreglados (dijo su padre)
-No, papi, es solo que estoy escribiendo un artículo para proteger a los indios Shipibo de una gente malvada que ha pasado por allá… les estoy siguiendo el rastro.
-Ten mucho cuidado, Julia, que nadie se entere de tus intenciones, quizá tu inocencia te salve… (y continuó su padre) ¡o te juegue una mala pasada! No quiero ni pensarlo, ten cuidado no más.
-Gracias vuestro apoyo… os haré caso, iré de incógnito, ¿quién va a sospechar de una jovencita universitaria? (dijo Julia, poniéndose la más cándida de sus sonrisas)
Ay Dios mío… esta niña ya perdió la inocencia (dijo la madre dando un suspiro) pero por lo menos ninguno Salió malo ni drogadicto… gracias al cielo

Capítulo III

Julia se paseaba por las calles de Ámsterdam, volviendo de la Universidad… de algo le ha servido el curso intensivo de inglés que hizo los últimos meses antes de empezar las clases ¿pero el holandés? Apenas había aprendido unas cuantas palabras en un mes… así no llegaría muy lejos. Entonces Julia encontró un letrero, junto a uno de los canales del anillo central. Conversaciones en inglés ubicado encima de la puerta de un bar. Entró y se pidió una cerveza.
En una mesa, había un muchacho delgado y con gafas que la saludó, Julia se sentó en su mesa y hablaron de todo un poco: a qué te dedicas, cómo te llamas, que si la lluvia, que si las bicis…
entonces Jonas (que así se llamaba el chico) le ofreció hacer una excursión a Haarlem en bicicleta, le habló de su belleza, de las reservas naturales… y Julia aceptó gustosa para ir a montar el próximo sábado.
Su apartamento estaba en el barrio universitario, vivía con otros dos estudiantes de periodismo y con un gato llamado Cholo, con las muchachas iba a la hemeroteca a consultar periódicos y con el gato suplía su falta de contacto físico.
El trabajo de la imagen de Perú en los medios holandeses le llevaba mucho tiempo, tenía que ir a la Embajada a pedir periódicos, a la hemeroteca y a la biblioteca de la facultad. Pronto hizo amistad con otros alumnos extranjeros que vivían por el barrio, fueron a fiestas coffee Shops, museos y cervecerías, pero el encuentro con Seli, el hombre Shipibo, no se lo había olvidado. Un día, hablando de política con Jonas, este le comentó que el club Billderberg dictaminaba las leyes nacionales e internacionales, pues era la unión de muchos de los hombres y mujeres más ricos y poderosos del mundo, ¿su objetivo? Un gobierno global de capitalismo unificado, ya lo estaban logrando… sólo les faltaba ir haciendo más y más ineficaces los servicios públicos para poder privatizar la sanidad, la educación, la cultura, el agua etc. Destruir la oposición alternativa, controlar todos los recursos y aparecer como la solución… la única opción en el maremágnum de violencia, escasez y caos.
Julia se interesó por el asunto y se leyó un par de libros sobre el tema y leyendo los periódicos se enteró de que su próxima reunión iba ser en Rotterdam dentro de una semana, aprovechando la cumbre de economía sostenible que iba a reunir al G28, los líderes de los 28 países más ricos del mundo… Julia pensó: Economía sostenible, ¿eh? Revisando los archivos de la biblioteca encontró ellibro que buscaba, de un tal Astulin, un antiguo espía de la KGB que tras la caída del muro de Berlín tiró de la manta que cubría la mayor parte de los secretos de las superpotencias, sacando a la luz todo un entramado de alianzas y conspiraciones para obtener el control de los últimos recursos de energía fósil de la Tierra, de la misma manera, revelaba la ideología y e carácter del club Billderberg, forjado durante el nazismo y matizada en los años posteriores a la caída del muro de Berlín. Un Gobierno para gobernarles a todos… Jonas y Julia volvieron a verse en el barecito de charlas en inglés, ella le habló de su tierra, de como se cortaban las montañas, contaminando los ríos, modificando el clima… y de que manera la gente vivía, separados en estratos sociales, algunos en barrios super lujosos y la mayor parte, trabajando mucho para ir viviendo al día, asociándose unos a otros, compartiéndolo todo, chambeando y celebrando la vida.
El holandés le contó sobre el ansia viajera de su Tierra, oprimida entre Francia, Alemania e Inglaterra aprovechando lo mejor de la personalidad de cada una de estas naciones, de como los banqueros se lo iban comiendo todo, la forma en la que subían los precios, a medida que el gobierno se iba cerrando… a los inmigrantes, a lo social y solidario… Julia le contó sobre su trabajo con los Shipibos, como conoció a Seli, su viaje a la selva y… Jonas se quedó impresionado. La invitó a ver una película buena, allí fumaron un cigarrillo holandés y cenaron juntos, Jonas puso música y bailaron, cada vez más pegados, hasta que después de mirarse fijamente, cerraron los ojos y se besaron… la sangre se les subió a la cabeza y se les bajó como un torrente, haciendo que sus cuerpos reaccionasen y quisieran tocarse por debajo de la ropa y así los continentes se juntaron, Tierra y viento, nutriéndose y acariciándose, agua y fuego, hirviendo hasta evaporar sus mentes…
Quedaron tumbados sobre la alfombra del salón, mirándose sin hablar. Sonriendo apenas, admirándose. Entonces Jonas le dijo:
-Voy contigo a Rotterdam
-¡Vale! Pero ¿cuál es el plan?
no podemos llegar así, hola, ¿son ustedes del Billderberg? ¿Les suena algo de unos niños cortados en el Perú?
-Ya… mira, yo de ti, conseguiría trabajo en esos laboratorios que viste durante la ceremonia de ayahuasca y conseguiría las pruebas…
-Ah, claro, me paso 5 años estudiando química y luego rezo para conseguir trabajo allí… ¡ni hablar! Hay que hacer algo más rápido… quizá, yendo allí la semana que viene, averigüemos algo.
Y en aquel tren rápido en dos fugaces horas Julia se dio cuenta de que se estaban enamorando.
Rotterdam en bicicleta, ciudad moderna, rica y abierta, edificios altos, puentes y barcos y… una cumbre del G8, la ciudad tomada por manifestantes y policías, campamentos en la plaza, asambleas y comedores populares… allí estuvieron los dos y Julia tuvo la oportunidad de presentar su caso en una asamblea de activistas y contar lo que había visto y oído con los Shipibo y lo que estaba buscando ahora…qué hacen los Pistacos con la grasa de los niños cortados, si son productos cosméticos, donde los hacen y quién va a comprarlos…
el asunto fue derivado al laboratorio de los hackers y allí se pusieron a rastrearlo.
Al día siguiente hubo movilizaciones de decenas de miles de personas, con timbales y consignas y por otro lado, balazos de goma contra el bloque negro que se dedicó a estropear cajeros automáticos y pintar escaparates y paneles publicitarios
-Pero ¿Qué es eso frente a la agresión que soportan los pueblos olvidados?
Se les desarraiga y se les roba, se privatizan y ciao! Decía un joven de negro a un hombre con bloc de notas y una fotógrafa.


Al volver al campamento donde también Julia y Jonas estaban acampados hubo una asamblea y en ella los hackers participaron y les contaron a dónde les llevó el rastro del dinero de las empresas de cosméticos con inversiones en Perú, finalmente descubrieron una con transferencias a una empresa de seguridad paramilitar que había alquilado helicópteros en numerosas ocasiones al ejército peruano, Esta empresa se llamaba Lancoeur , la firma de cosméticos más cara del mundo. Allí estaban haciendo jaboncitos anti arrugas a seiscientos dólares americanos la pastilla, la publicidad afirmaba haber encontrado el elixir de la eterna juventud, lo estaban comercializando en las boutiques de París, Roma, Nueva York y Madrid. La firma pertenecía a los magnates del petróleo y banqueros Baruch, Rockefeller y Rothschild, quienes harían parecer por separado a Bill Gates como un pordiosero, ya que sus cuentas se cuentan por billones de dólares y son los propietarios del banco de los bancos, la reserva Federal estadounidense, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo.

Los hackers fueron claros, son casi invulnerables, pero se puede hacer una nota de prensa y mandarla a los principales periódicos…
-No creo que de resultado intervino Julia, necesitaríamos pruebas para publicarlo.
-Entonces, modifiquemos su publicidad y distribuyámosla por internet (intervino Jonas) que aparezca Madorna, la cantante que publicita Lancoeur igual que en la publicidad pero diciendo “La grasa de los indios, da buenos resultados” y debajo la firma “Lancoeur, niños cortados.”
-¡Buena idea! Proclamaron varios asistentes, entonces Julia y Jonas decidieron acompañar a Greg, un hacker que les propuso ir a su casa a hacer la publicidad de Lancoeur…
De camino, unos hombres trajeados y con gafas de sol les salieron al paso y les dijeron, por favor, acompáñennos (iban con pinganillos en las orejas y con la cabeza casi al cero)
Entonces Jullia le dio una patada en la rodilla al primero y salió corriendo seguida por Jonas y Greg, que se lanzó de cabeza contra ellos y comenzó a gritar.
Julia y Jonas lograron refugiarse en un edificio de 8 plantas y se colaron en una casa con la puerta abierta… allí les saludó un fuerte olor a marihuana y un grupo de jóvenes les invitó a pasar.
-¡Relájense muchachos! ¿Quieren un poco?
-Jonas aceptó con una sonrisa y dos horas después se aventuraron a volver al campamento. Allí apostados estaban los señores encorbatados.
-Está bien Julia, no deben vernos juntos, y debemos camuflarnos… vamos a pedir ayuda al bloque negro.
El bloque negro se puso en contacto con el laboratorio hacker, los abogados se pusieron a buscae a Greg en las comisarías y calabozos de los juzgados y entonces, 3 horas después de la desaparición de Greg, comenzó la publicidad en tele, radio y prensa… consistía en la modificación de una foto de Madorna que salía de darse un baño de oro, ahora salía de darse un baño desangre y el anuncio rezaba:

Elixir de la eterna juventud
Lancoeur, niños cortados


Julia y Jonas volvieron a Ámsterdam en bicicleta, acampando en los bosques. Se detuvieron en un albergue de las inmediaciones de Haarlem y Julia, tras terminar el trabajo y ver que los medios de comunicación se habían hecho eco del anuncio de Lancoeur… finalmente varias plataformas informativas utilizaron la nota de prensa de la contra cumbre de economía sostenible que denunciaba la situación de los indios Shipibo y las actividades delos pistacos en el Perú.
Julia cerró el periódico… sonreía mirando las nubes por la ventanilla del avión de las aerolíneas peruanas. Llevaba consigo un regalo de Jonas… Su primer embarazo.






Luis Carmona Horta


elamorlocuratodo@gmail.com


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1 comentario:

  1. Hermoso y necesario
    A veces, tras los productos que consumimos, hay dolor y explotación. Tras las zapatillas o camisetas que compramos, trabajo en semiesclavitud o en condiciones insalubres, tras algún cosmético, dolor y tortura de animales. Me gusta la idea de hacer que la publicidad cuente lo que hay detrás . Enhorabuena. Un abrazo JAC

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